La Argentina ganaba 2-0 y era superior al rival, pero se complicó y Nigeria se lo dio vuelta con una ráfaga de goles. La Selección cayo 4-2 en el segundo amistoso en Rusia.
La Argentina daba otro paso en firme en Rusia. Tras el triunfo ante los locales por 1-0, el sábado pasado en Moscú, la victoria parcial por 2-0 frente a Nigeria, en Krasnodar, daba la tranquilidad lógica que da esa ventaja. Era cerrar la gira por la tierra del próximo Mundial con un balance positivo. Pero todo se desmeronó en nueve minutos: los africanos descontaron en el cierre del primer tiempo, dieron vuelta el marcador en los primeros minutos de la segunda mitad y después sentenció la goleada. Sin Lionel Messi, la selección se llevó un derrota por 4-2 y malas noticias desde lo futbolístico.
Si la selección se apoyaba en la certeza de que «en el Mundial sólo te atacan Brasil y España», en esta ciudad deberá dejar archivada esa sentencia. O haber aprendido qué es lo que puede pasar cuando eso efectivamente sucede. Una combinación explosiva activó el nuevo escenario: la manifiesta debilidad defensiva cuando los papeles cambiaron y un demoledor ataque de Nigeria, capaz de destrozar todo lo bueno que la Argentina había construido en el primer tiempo. El 2-4 definitivo dejará una zona de análisis y estudio de la que deberán salir conclusiones que ayuden a evitar que algo así vuelva a ocurrir. ¿Porque qué puede pasar, con este mismo contexto, cuando los que estén del otro lado sean realmente Brasil y España?
Mascherano está apretado en su área, pero decide arriesgar: mejor intentar que revolear la pelota; Dybala va en su ayuda, se le ofrece como descarga: la recibe, gira y levanta la cabeza; Pavón marca el pase, corre como un nigeriano: lo encuentra en cortada en el lugar ideal; Agüero ya primereó a Balogun y señala el lugar donde quiere que le llegue: toca de primera y es gol. La jugada retrata lo bueno que mantuvo la selección de lo que había mostrado contra Rusia y lo que le agregó: paciencia y convicción para mantener la posesión incluso en zonas donde un error se paga con el gol rival y aceleración en ataque. Fue parte del mejor momento del equipo en el primer tiempo, cuando tuvo control y dañó a Nigeria.
El partido había cambiado su perfil a partir del gol de tiro libre de Banega -un remate esquinado y suave al pallo que había abandonado Akpeyi-; hasta allí, a la selección le había costado establecer el necesario cambio de ritmo que permitiera descomponer a la defensa de 5 hombres rivales. El doble error del arquero -tomó la pelota con las manos fuera del área, lo que derivó en el tiro libre del gol- aireó a la Argentina, que tuvo más soltura para encontrar la cadena de pases de ataque que pretende Sampaoli.