Rodeados de respeto, cuidados y amor

Siguiendo con el Ciclo de relatos de partos en primera persona, por la Semana Mundial del Parto Respetado, compartimos la historia de Natalia, 28 años, de Belgrano (CABA) y mamá de Benjamín de 25 días.

Por Natalia La Vita

24 de abril. La cesárea estaba programada para las 15, pero recibí un llamado de Silvia, mi obstetra, a las 10: «Tenemos que adelantarla, podes venir para las 13?»

Elegí que nazca por cesárea a las 39 semanas y 3 días, aunque Silvia es muy pro parto natural y me explicó diez millones de veces todas las razones por las que era mejor esperar a que el bebé quiera nacer. También me dijo que si quería una cesárea, ella me la hacía y me acompañó en cada parte del proceso de ser mamá.

Llegamos al sanatorio De Los Arcos, llenos de nervios y muchísima ansiedad, con ganas tener en brazos a ese bebé que estábamos esperando desde agosto y ganas de tenerlo para siempre adentro, en iguales proporciones. Esperamos a Paola, la partera, en la sala de espera. Allí recibió la carpeta con todos los estudios que nos realizaron en el embarazo y una carátula que explicaba brevemente que se trataba de mi primer embarazo y que esperábamos a Benjamín.

Finalmente nos llamaron, era el momento.

Pasamos a un cuartito con lockers en el que dejamos nuestras cosas y nos cambiamos. Ya conocíamos el procedimiento porque hicimos «la visita guiada» cuando estaba de 6 meses. Igual eso no nos sacó los nervios.

Primero me buscaron a mí y dejaron a mi marido esperando que esté preparada. Temblaba, me temblaban las piernas, todo parecía un poquito irreal.

Quirófano y un plantel 100% femenino.

«Ella es muy sensible así que tenemos que mimarla mucho» le dice Paola a la anestesista, que me cuenta que ella también eligió cesárea mientras me infiltra para que no me duela la vía. No dolió, no se sintió nada. Le digo que tengo miedo, me dice que confíe en ella y que si me tienen que volver a pinchar les diga que mi anestesista me «recetó» que me infiltren. Confío.

«Sentate tipo indio y mirate el ombligo», Paola se sienta conmigo y me abraza fuerte. Un pinchacito de anestesia local y un ardor leve, un poco de sueño y algunos cosquilleos. El momento había llegado.

Entró mi marido y mi obstetra. Nos hicieron una pregunta cábala que no podemos contar y unos minutos después bajaron la tela y nos mostraron como Benjamín llegaba a este mundo.

Envuelto en una toalla calentita, me lo pusieron en el pecho enseguida y unos minutos después se fue con su papá a neo.

Terminaron la cirugía, Silvia me dijo que después pasaba a verme, le pedí que me saquen la sonda en el quirófano y así fue.

«Tus hombres te están esperando afuera, enamorados» dice Paola «después paso a verlos».

Benja llegó a este mundo con 3,276 kg y 50,5 cm, rodeado de amor y personas que cuidaron de él y de mí en el embarazo, en el parto y hoy, en el puerperio.