Joe: Crónica de la impunidad patriarcal

Joe es un varón trans de Santa Elena. Nos cuenta como fue su vida hasta que tuvo que defenderse de un ataque correctivo perpetrado por tres varones que lo hostigaban hacía tiempo.

Foto: Agenda Abierta

Por Muriel López

Joe fue criado por sus abuelos, en una casa con mucho espacio verde, siempre tuvo muchas mascotas. Desde pequeño sufrió bullyng, primero se burlaban porque era más «grandote» que los demás, después porque jugaba con los varones y tenía «juguetes de nenes» y vestía como «ellos».

Su adolescencia no corrió con mucha suerte. Cuando comenzó la secundaria a los 12 años se dio cuenta que le gustaba su compañera de banco. «Fue empezar a sentirme mal porque necesitaba contárselo a otros y siempre a quien se lo contaba terminaba siendo una mala elección, ésto generaba habladurías y que los demás me trataran como si estuviera enfermo», cuenta Joe.

Recuerda que generó tanto revuelo en la comunidad educativa que en una ocasión una maestra al enterarse de «esta situación», convocó a una reunión fundamentando que «no era saludable o higiénico que una lesbiana realice ciertas declaraciones en el curso».

Desde los 12 a los 15 años Joe se mostró como una chica lesbiana que en sus tiempos libres practicaba básquet pero sus compañeras nunca aceptaron su sexualidad. «Una tarde de domingo habíamos practicado en la plaza y cuando finalizamos me persiguieron a piedrazos, nunca me pude defender de eso», se lamenta Joe. La discriminación que sufrió por parte de sus compañeras y profesoras de básquet impidió que Joe, a los 15 años ya no pudiera participar de viajes deportivos, de partidos, ni del equipo.

Cuando tenía 15 años tuvo su primera experiencia lésbica con una chica de Chubut. «Cuando mis padres se enteraron me pegaron y llevaron a una clínica unos días hasta que se me pasara y bueno… no se me pasó porque no es ninguna enfermedad. Luego terminaron entendiendo, mamá accedió a conocerla y mi papá siempre se abstuvo a reconocerlo», recuerda Joe.

A poco tiempo de graduarse del secundario tuvo que cambiarse de colegio por otra situación violenta en la que lo responsabilizaban de lo que sucedió. La madre decide anotarlo en un colegio nocturno donde terminó con los mejores promedios, abanderado y como tenía un excelente nivel de inglés, lo emplearon como docente idóneo.

Comienza la facultad en Paraná y con mucho esfuerzo vuelve a armar un nuevo grupo de amistades. Llega el momento donde, después de 3 años y medio de una relación afectiva, a fines de 2015, conoce a una estudiante francesa de intercambio llamada Megan. «Más adelante Megan se convierte en mi pareja, nuestra relación continúa hasta que ella se da cuenta que no quería ser Megan sino que quería ser Nathan, fue mi primer contacto con una persona transgénero», rememora Joe.

«Sin darme cuenta, fue el inicio de todo mi cambio y aceptación de mi identidad, en el silencio, cuando él se da cuenta de que quería hacer la transición, yo lo apoyo y tomo la decisión de aceptar también sentirme varón como él», detalla Joe en diálogo con Agenda Abierta. «Todo fue una construcción muy en privado, yo elijo su nombre y él el mío», añade Joe.

En 2016 el bullyng que sufría Joe aumenta a partir de mayo de ese año. Los violentos comienzan a perseguirlo y atacarlo mucho más de lo habitual, al punto de llegar a la casa y amenazarlo de muerte, aludiendo que «a la gente como él había que matarlo».

La violencia fue incrementando hasta la noche del 13 de octubre cuando los 3 agresores ingresaron a la casa de Joe a perpetrar un nuevo ataque correctivo. Éste se defiende tomando un fierro en la oscuridad y hiere levemente a uno de ellos. En la comisaría lo dejan esperando y no le toman la denuncia.

El 23 de abril de 2018 fue el inicio del juicio oral en el Tribunal de Juicio de Apelaciones de Paraná con asiento en La Paz a cargo de la jueza Cristina Lía Vandembroucke y Joe fue sentenciado por “tentativa de homicidio” a 5 años y seis meses de prisión.

Luego de la apelación Joe emprendió viaje hacia Buenos Aires para evitar tener que volver al barrio en el que siempre vivió y fue atacado. «Pensé inmediatamente que era mi oportunidad para irme e intentar algo, al menos intentarlo en otro territorio», describe. «En Santa Elena era quedarme a esperar otro ataque», reconoce Joe.

Si el caso no hubiese tenido la repercusión que logró «estoy seguro que seguiría en Santa Elena, a la expectativa de que me agredan y que todo termine en una tragedia para mí o para ellos, tarde o temprano tendría un desenlace fatal».

«Creo que la repercusión que se logró fue gracias a que nunca me rendí y que no deje de contar nunca mi historia, aposté todo con los Abogados por los Derechos Sexuales (Abosex) de Capital Federal», afirma Joe.

«Las luchas son ganadas si las encabeza su propia víctima», piensa Joe en declaraciones a Agenda Abierta. «Creo que eso es fundamental, ser tu propia bandera, tu propio caballito de batalla, poner tu propio cuerpo hace que los demás vean que vale la pena unirse a tu lucha, la mía a grandes rasgos es la de un chico de pueblo con grandes sueños vs. el sistema judicial punitivo y sexista de un país (ni más ni menos que eso)», reclama. «Sin olvidarnos de una gran porción de la sociedad que es machista, homofóbica y transodiante, diría que lo mío es más que un David vs Goliat», sostiene el joven.

Joe no irá preso hasta que el fallo no quede firme. La situación por la que ha tenido que pasar él da cuenta de cómo la justicia les niega la identidad de género a los varones trans, los criminaliza y no tienen voz. Actualmente, la causa se encuentra en la cámara de apelaciones y está a la espera de noticias en unos meses.