Dos expertos dieron sus testimonios en el juicio contra los médicos del IPP por robo de bebés

El abogado Legascue aclaró que los profesionales tienen «soberanía» sobre los pacientes a su cargo, mientras el psicólogo Iván Fina, de Abuelas de Plaza de Mayo, expuso sobre el daño psíquico que provocan estos crímenes.

Foto: Hijos

 

Este miércoles en la denominada «Causa Melli» prestaron declaración dos testigos de contexto que echaron luz acerca de distintos aspectos vinculados al caso. Uno de ellos fue el abogado Jorge Alberto Legascue, ex funcionario del Ministerio de Salud, quien desacreditó la versión del «sistema abierto» que sostiene la defensa para argumentar el desconocimiento de los hechos por parte de los imputados. El otro fue Iván Fina, psicólogo y referente de la filial Rosario de Abuelas de Plaza de Mayo, quien explicó cuál es el daño psíquico causado a las víctimas del delito de robo de bebés durante la dictadura.
Fue la única audiencia de la cuarta semana del juicio oral y público a los socios del Instituto Privado de Pediatría (IPP), Miguel Torrealday, David Vainstub y Jorge Rossi, acusados de participar en la sustracción y sustitución de la identidad de los hijos mellizos de los desaparecidos Raquel Negro y Tulio Valenzuela. Hasta el momento no han surgido datos acerca del posible destino del bebé varón, el que continúa desaparecido. La próxima instancia en agenda es la inspección al IPP, que se fijó para el 10 de septiembre. Diez días después se iniciarían los alegatos.

Como ocurre desde el segundo día de juicio, Torrealday es el único de los imputados que se hace presente en las audiencias. El dato llamativo fue la advertencia de parte de la secretaria del tribunal a los efectivos de Prefectura que custodian el interior de la sala para que no saquen fotos con sus celulares. Esto fue observado en reiteradas ocasiones a lo largo del proceso por parte de integrantes de organismos de derechos humanos: prefectos tomando fotografías de lo que sucede en la sala y del público, en una actitud que bien puede tomarse como intimidatoria, manifestaron a UNO.

Para los fines de la determinación de la responsabilidad de los imputados es importante para los acusadores demostrar que los médicos tuvieron a su cargo la internación de los mellizos en la neonatología del IPP, entre el 4 y el 27 de marzo de 1978 en el caso de la niña y entre el 10 y el 27 en el caso del niño. Estuvieron allí separados de sus padres y familiares y como NN y así salieron para que se consumara el delito de robo de bebés. La única estrategia defensiva para alegar el desconocimiento de los hechos es la del llamado «sistema abierto», que permitiría a cualquier médico externo internar a sus pacientes sin que los médicos del lugar –los imputados– se enteraran de nada.

La palabra de Legascue sirvió para desestimar la posibilidad de ese argumento. Fue convocado por su dilatada experiencia como abogado y especialista en temas de salud públicas desde sus cargos en el Ministerio de Salud de Entre Ríos. «La evolución del paciente (derivado) es de exclusividad de la dotación de recursos humanos del servicio especializado», sostuvo. En este caso, serían los socios del IPP, que era quienes hacían las guardias, y el personal de enfermería.

«Es una vieja costumbre arraigada que jamás ha generado ningún conflicto», sostuvo, aunque también afirmó que existen protocolos que establecen cómo deben hacerse las derivaciones. «Se llevan los recaudos pertinentes, como la identificación, la patología, etcétera, porque estamos hablando de seres humanos». dijo.

Legascue dijo que el sistema abierto permite que «cualquier galeno» puede usar las instalaciones sanatoriales, pero a partir de que el paciente ingresa a un nosocomio privado, éste «tiene exclusividad en el manejo de la patología», sea sistema abierto o cerrado. Agregó que así fue incluso la internación de su hijo en el IPP en noviembre de 1978. «Una vez ingresado, el Instituto adquiere soberanía en la conducción de la patología», abundó.

Daño psíquico

Otro testimonio relevante fue el de Iván Fina, quien dio cuenta de cómo es el trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo para la restitución de la identidad de las personas apropiadas durante la última dictadura cívico militar. En su condición de psicólogo, hizo una explicación detallada de la dimensión del daño psíquico causado en las víctimas y sus familiares.

Desde su lugar institucional intervino en la restitución de la identidad de Sabrina Gullino Valenzuela Negro, la beba mujer que estuvo internada en el IPP. Contó que Sabrina, con dudas sobre su identidad, se acercó a Abuelas en los momentos previos a conocer su origen biológico, cuando ya había sido citada por la Justicia para la realización de un estudio de ADN. Desde muchos años antes mantenía contacto con los familiares que la buscaban.

Fina explicó que la apropiación de niños está enmarcada en lo que desde la sociología se define como genocidio, algo que incluso también se dio en otros genocidios que tuvieron lugar durante el siglo XX, como el nazismo y el franquismo. En Argentina tuvo características particulares porque muchos niños y niñas permanecieron con los mismos perpetradores de los crímenes de sus padres. Se convirtieron en lo que se ha llamado «botines de guerra».

Por otro lado, expresó que estos crímenes generan tanto afectación privada como pública. En este último caso, tiene lugar en tanto el Estado no puede garantizar la identidad de un grupo de habitantes. Existe un «Estado de excepción permanente», ilustró. En cuanto a lo privado o familiar, el delito de la apropiación tiene efectos similares a los de la figura del desaparecido: la ausencia se reedita todos los días y la incertidumbre sobre el paradero y la vida del niño robado produce un impacto psíquico en los familiares que lo buscan. «Cada día que pasa es un día menos que pueden pasar con esa persona», ejemplificó.

Las víctimas sufren la violencia material de haber sido privados de su vínculo con sus progenitores y familiares y también la violencia simbólica de transitar su infancia «privados de los elementos que a los niños le otorgan su lugar en el mundo». En el caso de Sabrina se suma otro impacto: en el mismo momento en que conoció su origen biológico, se anotició de que tiene un hermano mellizo desaparecido a quien buscar.

El supuesto bautismo de los bebés

Un testigo que en marzo de 1978 era cursante de enfermería en el Hospital Militar relató en la audiencia el contacto que según dijo tuvo con los bebés. Fue un relato bastante confuso, tanto que mereció reiteradas preguntas de la fiscal José Ignacio Candioti, los querellantes y el juez Roberto López Arango; pero lo central es que dijo haber bautizado a los mellizos Valenzuela Negro en la Terapia Intensiva del nosocomio castrense y que el varón estaba grave.

Muchos datos dijo no tener presente, pero sí que vio a los niños en brazos de dos enfermeras –que no recuerdan quiénes eran– y que el varón tuvo dos paros cardiácos y alguien le hizo masajes cardíacos. No supo precisar si esa reanimación la hizo él o alguna de las enfermeras. Además decidieron bautizarlos y le pusieron de nombre Soledad y, según cree, Facundo. En cuanto a Soledad, habría sido porque «se iba a quedar solita», dado que su hermanito podría fallecer. Dijo que aquello fue una «asistencia espiritual» o «agua de socorro».

Según su declaración, todo esto habría ocurrido «en un par de minutos», cinco como mucho, por lo cual su relato fue entendido como poco verosímil. El propio testigo estimó que un masaje cardíaco puede durar «entre 15 minutos y media hora».

No vio a ningún médico allí, tampoco a familiares y no se le ocurrió preguntarle a la madre qué nombre pensaban ponerle, antes de decidir ellos cómo llamarlos. Aseguró que no sabe qué pasó luego con los niños.

Cómo sigue el juicio

El lunes 10 de septiembre, se realizará la inspección del IPP, una medida que tiene por objetivo ubicar los acontecimientos en el lugar en el que ocurrieron. Ese día probablemente se realice también un careo entre los médicos Juan Ferrarotti y Alfredo Berduc, ya que hay gruesas discordancias en sus testimonios sobre el estado de salud del bebé varón que continúa desaparecido. El careo fue solicitado por la defensa.

Se conoció también que no se producirá el testimonio de la titular de Abuela de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y resta determinarse si declararán otros testigos. El perito que tiene a su cargo la pericia caligráfica del libro del IPP informó que tendrá los resultados para el día 19. Los alegatos se iniciarán en principio el día 20.

Fuente: Alfredo Hoffman / Uno Entre Ríos