Siete de cada 10 chicas y chicos de 2 a 4 años sufren castigos físicos y maltrato psicológico

En Argentina, el 10% de los hogares llega a aplicar sanciones corporales severas. Los datos pertenecen a un informe global de Unicef, que lanza hoy una campaña de sensibilización. La oficina local presentó una “Guía para evitar gritos, chirlos y estereotipos”.

El maltrato en la infancia está ampliamente extendido y naturalizado, y es aún más frecuente cuando más pequeña es la criatura, según revela un nuevo informe global de Unicef. “La disciplina violenta, el abuso sexual y los homicidios acechan a millones de niños en todo el mundo”, advierte el relevamiento que se difunde hoy. En Argentina, 7 de cada 10 chicas y chicos de 2 a 4 años sufren castigos físicos y maltrato psicológico, según el estudio, un porcentaje muy similar a los promedios mundiales. Para alrededor de 1400 millones de cuidadores en el mundo –un poco más de 1 cada 4–, el castigo físico es necesario para criar o educar a niños y niñas. En el país, este último dato es bastante menor: solo un 3,7 por ciento de los adultos piensa que deben ser sancionados corporalmente.

En el 70 por ciento de los hogares argentinos se usan métodos de disciplina que incluyen violencia física o verbal como zamarreos, chirlos, cachetadas, golpes y gritos. Un aspecto que destaca el estudio es que a mayor nivel de educación formal de los padres, disminuyen los métodos de disciplina violenta. Junto al informe, Unicef lanza hoy en los distintos países una campaña de sensibilización con el hashtag #FinALaViolencia. “Hay una naturalización de la violencia hacia la mujer que es el terreno fértil para el maltrato hacia la niñez”, apuntó Ana De Mendoza, representante adjunta de Unicef Argentina, en la presentación local del relevamiento.

La campaña enfatiza varios datos alarmantes: “En Argentina solo 3 de cada 10 hogares puede celebrar una infancia sin violencia”. En el 63 por ciento de las familias se usa la agresión verbal; en el 40 por ciento el castigo físico y en un 10 por ciento, sanciones corporales severas. En muchos casos esas prácticas se suman y superponen.

“La violencia hacia los chicos es una problemática global y es especialmente preocupante cuando ocurre al interior de los hogares e involucra a los adultos cuidadores, personas que en lugar de proteger y acompañar a los niños en su crecimiento, los lastiman física y emocionalmente. No queremos que sea algo que se acepta y se tolera. Hay una emergencia global”, alertó Roberto Benes, representante de Unicef-Argentina, al dar a conocer en Buenos Aires los aspectos más alarmantes del relevamiento que compila información de todo el mundo. Al mismo tiempo, la oficina local presentó la “Guía para evitar gritos, chirlos y estereotipos”, elaborada por Unicef, el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) y Encuentro entre Padres, que apunta a educar a padres y madres en una crianza sin violencia. “Muchas veces los adultos no tienen intención de maltratar pero lo hacen”, señaló Ana De Mendoza, representante adjunta de Unicef Argentina (ver aparte). La guía se está usando en capacitaciones en las que ya participaron más de 1200 madres, padres y cuidadores. La experiencia empezó en las provincias de Buenos Aires y Salta y se extendió a Entre Ríos, Misiones y Santiago del Estero.

La Guía forma parte de la campaña y puede descargarse en forma gratuita en: www.unicef.org/finalaviolencia. Los chicos tienen derecho a ser criados sin violencia; el desafío que propone la publicación es cambiar prácticas que están naturalizadas indicó De Mendoza. “La guía explica los distintos tipos de violencia vinculados con la crianza para reconocerlos y poder descartarlos”, señaló.

El estudio “Una situación habitual: violencia en las vidas de los niños y los adolescentes”, analiza la violencia contra los chicos y las chicas al interior del hogar; la violencia sexual; las muertes violentas de los/as jóvenes; y la violencia en la escuela (bullying). Los datos se basan en las últimas estadísticas disponibles realizadas bajo la metodología de la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados, más conocida como MICS (por su sigla en inglés), entre 2005 y 2016. Incluye cifras e información de la situación en Argentina, de 2012.

“El daño infligido a los niños en todo el mundo es realmente preocupante”, dijo el jefe de Protección Infantil de Unicef, Cornelius Williams, en Nueva York. “Bebés que reciben una bofetada en la cara; niños y niñas forzados a realizar actos sexuales; adolescentes asesinados en sus comunidades; la violencia contra los niños no escatima a nadie y no conoce fronteras”, agregó.

Para el segmento de niños de 2 a 4 años, Argentina se encuentra levemente por debajo del promedio global, con un 54,4 por ciento de criaturas que reciben castigo físico, un 62,5 por ciento, agresión verbal y un 72,9 por ciento, cualquier práctica de disciplina infantil violenta. Si se compara esta última variable con lo que sucede en otros países, Argentina se ubica dentro de la media, cercano a naciones como Sierra Leona (73,6 por ciento) y México (69,9 por ciento). En Haití, Jamaica y Trinidad y Tobago, más del 80 por ciento de los adultos apela a ese tipo de sanciones contra los chicos y chicas: son los países que reportan índices más altos de castigo físico en América. En el otro extremo de la tabla se ubican varios países de la región como Uruguay (60 por ciento), Costa Rica (55 por ciento), Panamá (50 por ciento) y Cuba (35 por ciento).

Los castigos físicos tienden a disminuir a medida que los chicos crecen, según el informe. Por ejemplo, en Argentina poco más de la mitad de los nenes y nenas de 2 a 4 años reciben golpes, palmadas en el brazo o pierna, zamarreos, sacudidas o chirlos, porcentaje que se reduce al 44,1 por ciento entre los 5 y los 14 años. La misma tendencia se observa en México y Costa Rica, entre otros países.

Junto al estudio global, Unicef presentó una campaña de sensibilización que en Argentina tiene el hashtag #FinALaViolencia, que se difundirá por redes sociales. Todas las piezas audiovisuales terminan con una frase que apela a reconocer la violencia e informarse, como primer paso para empezar a prevenirla.

Fuente: Mariana Carbajal / P12