Paraná: exigen justicia luego de una represión en la cortada 351

El 8 de noviembre la policía ingresó violentamente en la 351. Hernán, de 16 años, perdió un ojo durante la represión. Su familia reclama respuestas.

Foto: El Diario

 

A los márgenes de una calle de tierra (cuando no es barro) de más de 500 metros desde avenida De las Américas hasta El Paracao viven unas 240 familias. La Cortada 351 es más conocida como Villa y para muchos paranaenses se asocia al delito y a la violencia, más que a las causas que originaron esta situación: el abandono y la ausencia del Estado, en todos sus estamentos, a lo largo de décadas.

Hernán tiene 16 años y un futuro incierto desde hace 18 días, cuando un proyectil de goma le estalló el ojo derecho. Fue en uno de los tantos episodios violentos que sucedieron últimamente en su barrio, la cortada 351, ubicada a los márgenes de una calle de tierra, desde avenida De las Américas hasta El Paracao, en Paraná, donde la Policía ingresó a los escopetazos. La noche del 8 de noviembre se registraron centenares de detonaciones de armas de fuego, en el marco de un conflicto que parece que a ninguna autoridad le interesa resolver definitivamente. Hernán, unos días antes, tuvo que dejar la escuela (iba a la Neuquén) porque «me amenazaban», contó.

La madre de Hernán es Sandra Mendoza, un nombre de peso en el lugar, quien asegura que la desgracia sufrida por su hijo es el costo de ser quien pone el rostro a la hora de reclamar mejores condiciones para el barrio, donde vive hace ocho años. La investigación para esclarecer qué sucedió aquella noche todavía está en sus inicios. Por eso, Mendoza comenzó a recorrer varios pasillos y oficinas para presentar pruebas y pedir que la causa avance. En este sentido es que decidieron hacer pública su versión de lo ocurrido.

«Llamamos al 911 porque le querían prender fuego a la casa de Laura Chávez, por un problema que hubo con los Sotelo. Cuando llega la Policía, dejan las camionetas y las motos en avenida De las Américas y entran entre 10 y 12 armados. Estaban todos los chiquitos en la plaza y un policía le pega una patada en el pecho a uno de los chicos, de 15 años. Entonces empezaron todos a gritar, ‘¡todos adentro!’, y bum bum bum empezaron a tirar.
Él (por Hernán) se cubre la cara y le tiran, él los vio, ellos saben quién tiró, fue a quemarropa. En eso Hernán dice ‘me reventó el ojo’ y cae ahí adentro (de la casa), lo saco como puedo a la plaza y ellos iban saliendo marcha atrás tirando, se subieron a la camioneta y se hicieron humo. Un vecino lo sacó en un auto y a la ambulancia la conseguimos allá arriba».
Vanesa, otra vecina, también recordó: «Los que le tiraban eran los de atrás (por la zona del medio y más cercana a Paracao), yo estaba con Hernán, tirado en el piso, que me decía ‘tía no me dejes, me estoy muriendo’. Tuve que sacarle una foto y mostrarle a los policías para que llamaran a una ambulancia». «Esto se ha tomado como normal, que la Policía venga y tire», agrega Sandra.
También se quejan de sufrir discriminación: «Ayer entraron las motos y decían: ‘hay que sacarles un par de ojos más a estos negros para que se calmen'», dijo una mujer del barrio .
El diagnóstico del hospital San Martín señala que Hernán sufrió «heridas de arma de fuego múltiples (perdigones de bala de goma), impacto en rostro con compromiso de ojo derecho, estallido ocular».
Las balas de goma en el cuerpo de Hernán
El acta de secuestro del proyectil indica «una posta de goma de 0,5 centímetros de circunferencia». «El oftalmólogo que nos tocó es una garantía, porque se tuvo que encerrar en un consultorio porque la comisaría sexta quería retirar el proyectil y él no lo entregó hasta que vino una fiscal», dijo Mendoza, quien además afirmó: «No pueden decir que era por una pelea de bandas, las mismas postas de goma como la que tenía en el ojo fueron sacadas acá adentro de mi casa, y hay más de 20 testigos».

Las horas posteriores al conflicto, el trabajo de los policías en el lugar fue solo en la zona de la plaza, y hubo quejas de uniformados porque unos metros más adentro de la Villa era desde donde provenían las detonaciones de armas de fuego.

La madre de la víctima del disparo lamentó: «Hasta el momento no le han tomado declaración, ni lo vio un médico forense, nada de nada, incluso tuve que llevar yo la ropa que estaba agujereada por los perdigones. Al hospital fueron a sacarle parafina». Además, contó que hizo la denuncia en Asuntos Internos donde destacó la «muy buena la atención».

Tierra sin derechos

En la Villa 351 todos saben cómo es el conflicto actualmente, quiénes son sus actores, y en la Policía también. Por un lado, están los Argarañaz con los Sotelo, y estos a su vez están divididos. Viven en «el medio» de la cortada, y mantienen diferencias con familias radicadas cerca de la plaza, del ingreso por la avenida. Se habla de la venta de droga en la zona, pero sobre todo de la tenencia de armas de todo tipo y calibres. Esto se ha probado con el secuestro de múltiples vainas en numerosos procedimientos por balaceras, además de lo que se puede escuchar cuando sucede un enfrentamiento.

Lo que nadie niega, ni en el barrio ni en la propia fuerza, es que a los móviles policiales les resulta muy difícil entrar a la Villa, porque son atacados a balazos por dos grupos del barrio. «La vida acá es más complicada que en sus alrededores», explicó Vanesa. «El otro día llamé a la ambulancia porque estaba con una chica de 14 años que entró en convulsiones y me dijeron que no entran sin la Policía». Se preguntó «¿Por qué no se puede urbanizar esta Villa? ¿Qué se está escondiendo? Tuve que cortar la luz de la plaza porque desde allá atrás te ven y empiezan a los balazos, te agarran de tiro al blanco».
«Los chicos tienen que ir a jugar a la pelota a la otra punta en la pasarela, siendo que le pueden hacer un playón acá. La Municipalidad no quiere trabajar porque los agarran a tiros, los de Alumbrado no quieren venir porque los agarran a carabinazos, estamos viviendo en tierra de nadie», planteó Mendoza, quien resumió que en el barrio «hay delincuentes como en todos lados y hay gente trabajadora como en todos lados».
«No tenemos los mismos derechos que todos. Esa es mi dura pelea y a alguien estoy molestando», aseveró la mujer.
Fuente: Diario Uno